Le debemos la invención de la lavadora a Jacob Christian Schäffer (1767). 30 años después, un americano, Nathaniel Briggs, obtuvo la primera patente para una lavadora. Consistía en verter agua caliente en un tanque, girar la manivela para lavar la ropa y luego escurrirla entre dos rodillos. El tanque, era vaciado posteriormente usando un desagüe.

210 años después, la lavadora eléctrica fue inventada.

Orígenes, rol e historia de las lavanderías públicas

Junto con el frigorífico, la lavadora es el electrodoméstico más habitual en los hogares de todo el mundo. La historia de la lavadora se remonta a las primeras civilizaciones, cuando la gente intentaba encontrar las mejores maneras de lavar sus ropas, primero en riachuelos y luego en casas de lavado y tanques más sofisticados.

La lavadora cumple una necesidad básica: lava ropas y tejidos de casa. Y es esta necesidad diaria, asociada con el deseo de hacer del proceso de lavado algo menos laborioso y más higiénico, lo que ha traído un amplio abanico de inventos muy familiares.

Las primeras casas de lavado Antiguas Lavanderías Públicas

Lavar tejidos a mano es una de las tareas más laboriosas a realizar en casa. Las lavanderas solían lavar tejidos con jabón en la orilla de un riachuelo, río, fuentes o en casas de lavado. Frotaban la ropa con piedras y tablas de madera, añadiendo arena si era necesario, como forma de eliminar manchas y suciedad incrustada. Entonces la giraban, habiéndola golpeado con una porra de madera, para sacar todo el agua restante.

Antes de los lavaderos 

Con el paso de los años, las lavanderas mejoraron sus técnicas usando una variedad de detergentes naturales. Los Galos usaban cenizas de madera para limpiar mejor el material, un proceso que data del año 2.800 a.C. Las cenizas se usaban en los primeros detergentes y fueron reemplazados por cristales de soda.

Los Romanos, por otra parte, construyeron lavanderías públicas (fullonicae en Latín). Al ser la hierba jabonera muy cara, ya que se importaba de Siria, los Romanos usaban orina humana fermentada para blanquear el tejido, gracias a su concentración de amoníaco. La orina se vertía en un tanque y la lavandera/o se ocupaba de tratar la ropa: pisando repetidamente en las sábanas y ropas para lavarlas.

El emperador Vespasiano aún hoy es famoso por haber impuesto una tasa para la recolección de orina. Cuando su hijo, Tito, se quejó de esto, Vespasiano le puso los primeros oboles (moneda de entonces) recaudados con dicha tasa, debajo de la nariz de Tito y le preguntó si olían mal. Tito contestó que no era así y de esta conversación nació el proverbio Pecunia non olet: “El dinero no tiene olor”. Siglos después, los primeros lavabos públicos fueron llamados Vespasianos.

Y, más tarde, en 1909, en Elbeuf (76), la orina humana aún seguía recolectándose para el lavado de las sábanas militares.

Entre las profesiones que surgieron en el siglo XIX, también se podían encontrar lavanderas, prensadoras y hasta blanqueadoras. Estas mujeres eran empleadas en lavanderías o trabajaban por su cuenta.

El papel de las Casas de Lavado

Antes de la llegada de las casas de lavado y otras áreas fuera del lavado, los lugareños tenían que utilizar agua sucia, lo cual era una fuente de infecciones. La proliferación de las casas de lavado jugó un gran papel en términos de salud pública e higiene, en una época donde el cólera, viruela y fiebre tifoidea habían asolado a la población.

Subsidiarias estatales financiaron en parte la construcción de casas de lavado públicas y declaraciones gubernamentales se llevaron a cabo, incluso entonces, sobre los principios básicos de higiene.

Las casas de lavado eran áreas cubiertas, distribuidas para facilitar el trabajo de las lavanderas. Estos establecimientos eran una señal de riqueza y era posible juzgar el nivel de prosperidad de un pueblo por el número de casas de lavado públicas.

Las casas de lavado también jugaron un importante rol social: mujeres de todo el pueblo se reunían ahí al menos 1 vez a la semana (excepto las más ancianas) e intercambiaban noticias locales. La casa de lavado se convirtió en una “casa de charla” y no era inusual oír a mujeres cantar, como forma de aligerar sus tareas diarias y el paso del tiempo.

Las casas de lavado desaparecieron gradualmente tan pronto como el agua corriente se extendió en los hogares. Las técnicas de estas lavanderas inspiraron los primeros prototipos de lavadoras.

La historia de Speed Queen

Lavadoras modernas

En 1905, aparecieron las primeras lavadoras de tambor. Aún eran manuales pero el tanque de acero permitía incluir un quemador de carbón.

Hacia 1920, las primeras lavadoras eléctricas nacen: sólo el mecanismo de giro era eléctrico. El resto de controles aún eran manuales.

La llegada de las lavadoras automáticas

Fue a partir de 1930 que las lavadoras se volvieron automáticas.

Botones de presión, termostatos y temporizadores eran incluidos en los nuevos modelos.  Desde 1980 en adelante, los avances en electrónica significaron que las lavadoras se volverían reactivas y ecológicas:

  • Ajuste de parámetros gracias a sensores: nivel del agua, giro, etc.
  • Sensores de peso
  • Ciclos dinámicos: color, blanco, lana, sintéticos…
  • Ahorro de electricidad y agua

En 1990, el inventor británico James Dyson, produjo una lavadora con 2 cilindros que giraban en direcciones opuesta, reduciendo los tiempos de lavado y dando mejores resultados.

Las lavadoras de hoy

Actualmente, las lavadoras están conectadas a internet e incluso puede que tengan Wi-Fi para programas de lavado diferidos, por ejemplo, durante los momentos más álgidos cuando los costes de electricidad están en lo más bajo. Algunos modelos funcionan sin detergente, gracias a la electrólisis, que separa los iones positivos y negativos. Algunas máquinas pronto dispondrán de pantallas táctiles, siguiendo el ejemplo de los modelos presentados por el líder americano en equipamientos, Speed Queen.

El éxito de las lavanderías

Las lavanderías autoservicio disfrutaron de un ‘boom’ durante los años 50 y 60, cuando las lavadoras aún eran demasiado caras para la mayoría de hogares. Desde 1970 en adelante la mayoría de gente podía comprar una lavadora: se convirtió en una característica de cada casa. Algunas familias incluso tienen una habitación dedicada a lavar la ropa: el lavadero, que no es lo mismo que una lavandería, el término utilizado generalmente por profesionales.

¿Significa esto que las lavanderías autoservicio están en declive? No exactamente, porque siguen rindiendo muy bien.

¿Cuál es el secreto del éxito de las lavanderías autoservicio de hoy día? 

En primer lugar, no todas las casas tienen el espacio o los medios para tener una lavadora. Los usuarios de lavanderías son, principalmente, personas que no tienen lavadora. También los hay que necesitan lavar grandes telas, como elementos que no pueden ser lavados en una lavadora doméstica: faldillas, cortinas, etc.

Pero, algunas personas toman la decisión de no invertir en una lavadora doméstica. Por 2 razones:

Para ahorrar dinero: En 1 lavado se pueden limpiar hasta 18kg de ropa en una lavandería autoservicio, comparado con los 5 a 7 kg que maneja una lavadora doméstica.

Para ahorrar tiempo: En 1 hora de lavado en lavandería la ropa está limpia y seca de forma profesional.

Todo lo arriba explicado argumenta el éxito de las lavanderías, y significa que su clientela no está exclusivamente compuesta por estudiantes; más bien al contrario: cuando vas a una lavandería self-service encontrarás personas de todas las edades y bagajes.

Las lavanderías modernas no sólo proporcionan servicios de lavado y secado, también son un sitio acogedor para reuniones con un rol que jugar en la vida social del área donde se encuentren.

Nuevas iniciativas para lavanderías

Como las casas de lavado de antaño, las lavanderías juegan hoy un importante papel en la sociedad: son lugares de reunión. Los bares-lavandería o librerías-lavandería son conceptos con un atractivo creciente para el público. Se organizan conciertos en lavanderías, recordando a las lavanderas cantando en las casas de lavado.

Este nuevo concepto es otra razón para la proliferación de las lavanderías a nivel internacional y nacional.

Abrir una lavandería autoservicio en franquicia

Las lavanderías son una parte viable del concepto de franquicia, por 2 razones:

  • La base de clientes es variada y estable.
  • Las franquicias representan una inversión razonable y beneficiosa.*

*Naturalmente, la ubicación de la lavandería es crucial. La mayoría de clientes visitan la lavandería a pie y vienen de un área local. Por lo tanto es importante elegir una calle transitada con otros servicios.

En un momento en el que el emprendimiento se está potenciando y todo el mundo (o casi todo el mundo) sueña con abrir su propio negocio, las lavanderías se han ganado una posición privilegiada como pequeños negocios de éxito, manteniendo un buen ritmo con ‘food trucks’ y ‘concept stores’.